Entrevista con la Madre Angelica

LIBRO AMPLIAMENTE RECOMENDADO, si alguien conoce a la Madre conoce su estilo sencillo pero a la vez fuerte… es muy buen libro para regalar. 

Entrevista con Madre Angélica, fundadora de la mayor televisión católica del mundo
«Dios está de tu parte.
Si huyes de Él, no serás feliz»

En el país de los telepredicadores evangélicos, brilla con luz propia una monja de clausura, católica, llamada Madre Angélica. Tiene 75 años, y dedica la mayor parte de su tiempo a rezar. El resto lo emplea en dirigir la «Eternal Word Television Network» (EWTN), la mayor cadena de televisión católica del mundo, con presencia en 46 países de todo el mundo.

Ahora publica en España Respuestas, no promesas, en Planeta + Testimonio: un libro en el que se recogen las respuestas que ha ofrecido a través de su programa de televisión a personas inquietas y que sufren

Madre Angélica, ¿por qué ha escrito este libro? Porque cada vez son más los que descubren, a veces penosamente, que las promesas de este mundo son promesas vanas. De nada sirve todo el dinero del mundo cuando muere un ser querido. La mayor de las famas es inútil cuando un hijo se convierte en drogadicto. Y se pueden tener tantos amigos como estrellas en el firmamento, y sentirse tan sólo como el más desgraciado de los seres que haya pisado la faz de la tierra. No creo en las promesas de este mundo . Creo en respuestas. Creo que existen respuestas. Por eso he escrito este libro. En su libro habla muchas veces del dolor, y afirma que el sufrimiento es el mejor regalo que le ha hecho Dios, además de su vocación. ¿Cuál es el sentido del sufrimiento? Hay mucha gente tan abrumada por el dolor que ni siquiera conoce a Dios, y sufren mucho. Él sí los quiere y Le importan mucho, pero ellos no lo saben. Yo quiero decir a todo el mundo que Dios le quiere, porque hay mucha gente que antes no lo ha oído, y que no se han cuestionado la bondad y misericordia de Dios. Otros no son capaces de sentir el amor de Dios porque hay demasiadas cosas materiales que ocupan su corazón y su cabeza.

El Señor no me ha ahorrado sufrimientos: no hay un solo día que no sufra dolor físico, además de las ansiedades de nuestro trabajo diario. Pero el dolor es el regalo más grande que Dios me ha dado, además de mi vocación, porque sé que salva muchas almas, y es bueno para mí porque me mantiene en estrecho contacto con Dios.Si estuviese perfectamente sana (la madre Angélica ha sufrido durante años una forma de parálisis, de la que últimamente parece recuperada), tal vez, no pensaría en Dios. Los pobres y los enfermos son los predilectos del Señor, y Cristo quiso pasar por el dolor. Lo bueno para cada uno es la santa voluntad de Dios. El mundo quiere deshacerse de los viejos y de los no nacidos: es la cultura de la muerte, que cree que, ahorrándose los sufrimientos, el hombre es más feliz. Dios mantiene a la Humanidad por los débiles. Muchos huyen del dolor, de la cruz, pero ésta siempre nos alcanza. Yo quiero enseñar a la gente que deben tomar su cruz y llevarla con alegría. Dígame, ¿cómo actúa Dios, cómo nos ama a cada uno de nosotros? Dios quiere otorgarte el don de la fe, aunque te asuste la idea de una relación personal con Él. Incluso puede que, a pesar de haber sido educado como cristiano, de haber sido bautizado y de ser todavía un practicante asiduo, te sientas muy alejado de Dios. Te gustaría experimentarlo en tu vida, pero no sabes cómo, y a veces ni siquiera estás seguro de creer en Él. Pero Dios te quiere. Te persigue con mayor ahínco que tú a Él. Puede que te preguntes: ¿Por qué nos quiere, y qué espera de nosotros? El poeta Francis Thompson, que era drogadicto, constituye un buen ejemplo de estas preguntas y estos temores. Era un individuo con muchos problemas. Pero incluso cuando estaba muy débil y enfermo, Dios le manifestó su presencia. En aquellos momentos, Francis compuso unos versos fascinantes. En El duende celeste escribió: Huí de Él, de noche y de día; huí de Él a lo largo de los años; huí de Él, a lo largo del laberinto de mi propia mente; y en medio de las lágrimas me oculté de Él… Francis Thompson cometió un error tras otro. Sin embargo, Dios le persiguió hasta lo más hondo de su adicción a las drogas. Un alma nunca cae tan baja como para que Dios no pueda levantarla, a condición de que se arrepienta. Sean cuales fueran tus circunstancias, Dios siempre anhela tu amor. Cuando dices quiero conocer a Dios, empiezas ya a sentir su mano sobre tu hombro. Está constantemente contigo, aunque tú puedas pensar que te ha olvidado. ¿Pero Dios no se puede cansar de nuestras constantes debilidades, incoherencias y faltas de amor hacia Él? Dios jamás dejará de perseguirte hasta el último suspiro. No olvides nunca que Dios te ha elegido, del mismo modo que me eligió a mí. Cuando aceptes este don de su amor, le experimentarás en tu vida. Jamás querrás volver a separarte de Él. Con su presencia habrá llenado aquel vacío en tu corazón. Sólo Él podrá apaciguar tu sed. Evidentemente, puedes intentar eludir a Dios. Puedes huir de Él refugiándote en las drogas, en la bebida, en el sexo, en el trabajo, o lo que sea que hayas metido en tu alma. Pero siempre fallará algo. Si tu alma está llena de cualquier cosa que no sea Dios, será como si hubieras metido agua en el depósito de gasolina de tu coche. Simplemente no funcionará. Podrás decir que eres feliz, pero siempre sabrás que falta algo. San Marcos nos habla en el evangelio de un hombre que dudaba de su fe. Le dijo a Nuestro Señor: Tengo fe. Ayuda la poca fe que tengo. Si, por lo menos, le pides a Dios que te ayude a creer, tus compañeros espirituales, que son la fe, la esperanza y el amor, no tardarán en mostrarte un mundo muy diferente. Conforme te vayan ajustando a la realidad de la existencia y al amor de Dios, comenzarás a ver el mundo como lo ve Él. Y, con su gracia, comenzarás a abrazar la santidad. Dios te ha elegido. Cree en su amor. Mucha gente se pregunta a diario por qué Dios no nos habla; por qué no contesta a nuestras plegarias; por qué no se manifiesta más claramente y resuelve nuestros problemas. ¿Qué les diría? Sin intentar hacerme la graciosa, les respondo que escuchen. Éste es un concepto difícil de asimilar, puesto que habitualmente suponemos que el silencio significa ausencia. Dado que nosotros tenemos voz, deducimos que la de Dios debe ser todavía más potente. Éste es un buen ejemplo de cómo nuestra mente limitada puede ocasionarnos muchísimos problemas. Hace unos doce años ingresé en un hospital para que me hicieran unas pruebas; por alguna razón incomprensible, me instalaron en una habitación al fondo de un pasillo vacío. El silencio era extraordinario, casi de ultratumba. Me di cuenta de que no era un silencio habitual, sino de otra naturaleza, al que no estaba en absoluto acostumbrada. Durante los primeros días, recé incesantemente y leí las Sagradas Escrituras. Entonces, gradualmente, entablé amistad con el silencio. Llegué a comprender que, a pesar del silencio, no estaba sola. La presencia silenciosa de Dios se me hacía cada vez más palpable. Lo que experimenté en aquel ambiente desprovisto de sonido fue que Dios no actúa en el ruido y en el ajetreo. Lo hace en absoluto silencio. Comprendí, cada vez con mayor claridad, que su acto permanente de creación es silencioso, tanto si se trata de la formación de un niño en el útero de su madre, como del césped cuando emerge de la tierra. Dios me mostraba su forma de actuar, sencilla, simple y silenciosa. Ahora entiendo que se necesita tiempo y fe para comprender que el silencio es, en realidad, el sonido de su presencia. Pero si uno se toma sólo unos pocos minutos todos los días para detenerse y escuchar el silencio, comenzará a ser más consciente de la presencia de Dios. Como dicen las Sagradas Escrituras, permaneced inmóviles y sabed que soy Dios (Salmo 46, 10). Si te propones oír a Dios, cada vez serás más consciente de su presencia. Lo único que debes hacer realmente es permanecer en silencio el tiempo suficiente para oírle hablar en tu corazón. Por último, Madre Angélica, ¿qué les diría a las personas que están pasando por una mala situación personal, en un túnel negro, con los ánimos bajos y sin esperanza? ¿Qué consuelo les daría? Dios te oye. Oye tus gritos en la noche, sabe lo abrumado y fatigado que estás, y siente el peso de tu carga. Sabe que, cuando eres feliz, te preocupa que cese la felicidad. Sabe que, cuando sufres, tu soledad te paraliza. Sabe lo que ocurre en tu corazón. Ésta es la razón por la que debes mantenerte cerca de Él y hablarle con frecuencia. Cuando comprendas que es tan real como la persona sentada junto a ti, podrás abrir el corazón a este Amigo divino. Es una verdadera lucha. Pero luchas junto a un Padre que la comprende y junto a su Hijo, cuya lucha fue como la tuya, y junto al Espíritu Santo, que te otorgará todo lo que realmente necesites para perseverar en la lucha. Dios está de tu parte. Háblale y presta atención a su respuesta. Coro Marín